Por MARTA VÁZQUEZ-REINA
28 de septiembre de 2011
en Eroski Consumer
Estudio diferenciado
Razonamiento, concentración, reflexión, análisis o memoria son algunas de las principales facultades que los estudiantes deben poner en marcha cuando inician un proceso de aprendizaje de una materia curricular. Todas ellas son esenciales, pero en el momento de abordar la jornada de estudio, es conveniente que el alumno potencie y desarrolle en mayor medida aquellas que son más efectivas y adecuadas para cada asignatura.
Sin olvidar que cada estudiante tiene que adoptar la metodología de estudio que le resulte más eficaz por sus propias características particulares y su estilo de aprendizaje, cada asignatura tiene una identidad propia y, por lo tanto, las técnicas de estudio que se utilicen deben ser flexibles y diferenciadas para cada área de conocimiento. Lo que sirve y es efectivo con una materia no tiene que serlo necesariamente con otra. Por este motivo, para aprovechar al máximo las horas de estudio, es necesario revisar con antelación los procedimientos y métodos de trabajo que se adaptan mejor a cada asignatura curricular.
Analizar las materias
El primer paso que debe dar el estudiante es analizar las exigencias de cada asignatura y, en función de estas, orientar sus horarios, sus metodologías y sus pautas de estudio. Algunas materias requerirán mayor esfuerzo y horas de estudio, otras pueden precisar en ocasiones de ayuda externa y algunas, incluso, se favorecen del trabajo en grupo. Del mismo modo, es posible que determinados temas o contenidos de la materia exijan un estudio más reflexivo y comprensivo y otros, por el contrario, requieran potenciar las habilidades prácticas y la resolución de ejercicios.
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