La oralidad es una forma comunicativa que va desde el grito de un recién nacido hasta el diálogo generado entre amigos. Existen dos clases de oralidad: La primaria, que se refiere a las culturas que sólo la poseen a ella para comunicarse y que permite una activación de la memoria. Las culturas orales tienen un conjunto de conocimientos, hábitos, tradiciones, representaciones, simbolismos y significaciones que permiten descubrirlas. La oralidad secundaria es la que manejan culturas avanzadas que poseen escritura. Ésta se ha convertido en soporte de la memoria.
En la oralidad, la relación emisor-texto-receptor es directa y están presentes estrategias de carácter suprasegmental. El texto oral se percibe a partir de sonidos que operan como instancias concretas de un sistema de unidades abstractas, que son los fonemas.
En la recuperación o proceso investigativo en las memorias colectivas ha sido clave la recolección de testimonios orales. El prestigio que la grafía ha conferido a la palabra, ha propiciado el descuido de un aspecto importante de la cultura: el testimonio oral vinculado con la tradición y memoria locales. La recuperación de estas formas de narración, algunas veces cercanas al tono conversacional, crean un gran texto cultural, sustentado principalmente en los testimonios y comportamientos verbales de un conglomerado. Allí tradición y narración oral se imbrican en un sistema de creencias y nociones compartidas por un determinado sector, ya sea social, étnico, regional o nacional. Es por ello que para entender la narrativa oral de carácter histórico es indispensable situarse en el interior del grupo hablante para percibir sus enunciados como axiomas socialmente válidos.
La conciencia colectiva expresada mediante el testimonio oral es interpretativa, y su objetividad (su construcción) deviene de las expectativas sociales y culturales de quienes enuncian el texto. En este sentido, la verdad de la Historia Oral Tradicional es sociológica, y su axioma no cuenta con el respaldo sólido y confiable que ofrecen las fuentes escritas.
Sin embargo, lo que la gente cree y afirma sobre los hechos reales representa una valiosa fuente documental para la comprensión y explicación del imaginario colectivo. En la subjetividad del testimonio yace precisamente su valor, pues allí se revelan mentalidades, valores y construcciones culturales. Hemos de concebir, por lo tanto, lo simbólico como un lenguaje estructurado cultural e históricamente que recurre a la representación indirecta y figurada de las ideas y acciones, de los conflictos y deseos reprimidos o frustrados.
La construcción de la memoria histórica como proceso colectivo permite la producción de representaciones sociales que otorgan nuevas significaciones, por lo que la identidad nacional de un pueblo, como el relato histórico de cualquier colectividad, es un constructo basado en la memoria.
Cada cultura define su paradigma de qué se debe recordar (esto es, conservar) y qué se ha de olvidar. Esto último es borrado de la memoria de la colectividad y "es como si dejara de existir". Pero cambia el tiempo, el sistema de códigos culturales, y cambia el paradigma de memoria-olvido. Lo que se declaraba verdaderamente existente puede resultar algo "como si inexistente" que ha de ser olvidado, y lo que no existió puede volverse existente y significativo.
La oralidad, es el medio que les permite avanzar en el recobro y preservación de sus identidades y culturas, por eso, al seleccionar la fuente es necesario previamente establecer la verdad o falsedad de los "testimonios" a transmitir. Mas allá de distinguir entre fantasía o realidad en la interpretación de la historia, la tradición oral demanda acabado, conocimiento y experiencia de vida propias de quien "ha vivido" o "pertenece a una comunidad", para poder transmitir fehacientemente y con autoridad, su mensaje. La necesidad del conocimiento del medio en que se desarrollan las tradiciones precisa recaudos propios esenciales, entre ellos elección de temas, veracidad en la fuente, precisión en la transmisión
En Venezuela, como en el resto del continente, los cronistas no tomaron en cuenta las manifestaciones populares por considerarlas paganas, por su origen indígena o africano; no reseñaron en sus crónicas muchas festividades que sólo hoy se pueden reconstruir a través de la información por vía oral. En este sentido, Dr. Víctor Córdova, inminente sociólogo venezolano, plantea que las manifestaciones culturales; "Tiene que ver con esa maravillosa cualidad humana de poder contar, imaginar, recordar, rememorar, hilvanar, recomponer, embellecer, recortar, etc., sus propias experiencias vividas". La tradición oral viene a ser la más valiosa herramienta de resistencia de las culturas populares que se encuentran depositadas en la memoria colectiva de los pueblos, sin perder ninguno de sus elementos.
A lo largo de la historia todo lo creado por el hombre se va transmitiendo de generación en generación mediante el uso de la tradición oral para que el testimonio se conserve. Respecto a la oralidad el mismo Dr Cordiva. revela lo siguiente: Esta hermosa cualidad no igualada en el reino de sus semejantes biológicos dota a lo vivido de unas características especiales: por un lado aparecen como únicas e irrepetibles, particulares, individuales, pertenecientes al reino de lo privado y por el otro son realizadas y producidas en medio de entornos sociales, en relación con los otros y a través de mecanismos, vericuetos, astucia, racionalizaciones y legitimaciones, que generan discurso de lo vivido.
En el contexto histórico del auge petrolero venezolano, ocurre un importante desplazamiento de población rural; las empresas petroleras prometían llamativos sueldos que supuestamente mejorarían la calidad de vida de los venezolanos, aunado a los desalojos de pueblos enteros por gobernantes irresponsables que bajo el pretexto de "defender" la Soberanía Nacional sacaban de su entorno a una comunidad entera por considerar que estaba situadas en un área estratégica, como por ejemplo el pueblo de Turiamo (Aragua), y para construir presas, que si es cierto, son necesarias, bien se pudo buscar otras alternativas, que no sea arrancar de sus contextos a los pueblos San Francisco de Asís en el Estado Aragua, Potosí en el estado Tachira y San Francisco de Tiznados en Guárico. (Lo triste de la historia es que después de varias décadas estos depósitos de agua no son aprovechados de manera óptima). A pesar de todo lo ocurrido la memoria colectiva de estos pueblos no fue profanada, estas comunidades han logrado recrear sus costumbres y tradiciones en el nuevo espacio que les ha tocado ocupar.
Uno de los factores que ha fortalecido las manifestaciones populares ha sido precisamente la fe, a través de ella se crean en torno a las distintas manifestaciones diversos organismos y prácticas que permiten una organización entres sus actores. Tales como: cofradías, hermandades, prometeros, que garantizan la permanencia en el tiempo, generalmente esa práctica es pasada a las nuevas generaciones por vía oral. Es la palabra la que cobra mucha importancia en el proceso de transmisión de las costumbres de un pueblo a sus descendientes, al hablar de la relación del hombre con la palabra, el historiador africano Hampate Ba, nos refiere que: Allí donde el escrito no existe, el hombre está ligado a su palabra, y está comprometido por ella. Él es su palabra y su palabra testimonia lo que él es. Los pueblos primitivos y más recientemente los que por alguna razón, carecen de escritura, es la tradición oral la única herramienta para transmitir todo el bagaje de conocimiento acumulado a los descendientes y de esta manera garantizar la permanencia de un legado cultural. Esta práctica ancestral se ha mantenido por siglos y es la memoria cultural el único depósito que ha guardado por siempre ese conocimiento, siendo el resultado de un proceso social.
Es la misma memoria viva la que crea y recrea de acuerdo a sus propias necesidades esta cultura acumulada, La cultura popular en Venezuela es entonces, el elemento más importante para definir las bases de nuestra identidad, la variedad étnica con que se construyó esta identidad produjo a la vez una diversidad cultural muy importante. Estas diferentes formas de manifestación se fueron asimilando de acuerdo al contexto geohistórico de su formación económico y social, y al componente étnico más destacado en cada región, La riqueza cultural de Venezuela presenta un definido carácter de excepción; es algo que puede calificarse como extraordinario. Esto posiblemente sea el resultado de los variados elementos etnográficos, antes mencionados que constituyen nuestro conglomerado nacional. Las tribus indígenas con fisonomía y costumbres propias, anteriores a la llegada de los trashumantes conquistadores peninsulares, quienes llegaron con prejuicios, defectos, índole y virtudes buscando imponer sus costumbres a los nativos, luego se incorpora el componente africano, con sus danzas, supersticiones y vivencias, aporta un interesante matiz a nuestra identidad mestiza; todas estas etnias han dado su aporte a nuestro saber popular el cual presenta tan intenso aspecto, que le permite vincularse estrechamente a los pueblos de nuestra América, donde las culturas pre-colombinas, nos dejaron muestras tan preciosas como lo son el Popol Vuh, del Norte y el Ollantay, del Sur.
Es necesario conocer y comprender nuestro pasado, mantener ese pasado en la memoria del pueblo garantiza perpetuidad en el presente, el pueblo es dueño de su historia. Para poder entender nuestra identidad debemos conocer los rasgos que la han conformado, sus características populares, el legado aborigen, las memorias africanas y las europeas y mas recientemente de diferentes procedencias.
El célebre africanista venezolano Luís Miguel Acosta Saignes, en Historia de la Antropología en Venezuela, Sostiene: "cada país trata en nuestros días de preservar su folklore, sus tradiciones, sus costumbres, sus creaciones regionales, como si, ante la inminencia de lo universal, cada nación se prepara para jugar un papel distinguido, singular, propio, en las sociedades menos estrechas que anuncian los cambios revolucionarios de nuestro siglo".
Actualmente en Venezuela se ha propiciado un escenario para la discusión y disertación acerca de la cultura popular, esto debido a las expectativas que ella ha despertado a partir de una promoción y valoración social, impulsado por el reagrupamiento de expresiones culturales nacionales, tanto de carácter tradicional como contemporánea. Ahora bien, todas estas creaciones que son producto de la cultura, desafortunadamente no son empleadas por todo el conglomerado.
Es así como se corre el riesgo de que lentamente se trasforme la identidad del venezolano, es necesario ir construyendo y reconstruyendo nuestra identidad original a partir de las experiencias propias y conquistar nuestro propio destino, a lo dicho.
Es ese mismo sentido de tener una identidad propia, de haber nacido en estas tierras, de ser diferentes, sentirse latinoamericano, venezolano, quien en un momento determinado de su historia afloró las ideas libertarias, Simón Bolívar dirá de la inteligencia latinoamericana que es por ello el "caso más extraordinario y complicado".
Cuando hablamos del término identidad, por cierto también muy en boga, se trata de un término social, nos estamos refiriendo al reconocimiento a las características que son comunes a un pueblo, se expresa como el carácter social que poseen los pueblos que han compartido una misma historia, que poseen un pasado común, una memoria colectiva, un presente de lucha y un futuro que construir, esa identidad se nos presenta bajo la condición dialéctica de preservación de patrones culturales comunes y de cambio social . La identidad es la conciencia histórica de los pueblos tanto de su pasado, como de su porvenir comprometidos con sus luchas reivindicativas y libertadoras. Los cambios y creaciones que se generan a través del pueblo es lo que conocemos por cultura popular y es la fuente esencial de nuestra identidad. En Latinoamérica, producto del proceso de su historia, se encuentran culturas muy diversas que le caracterizan como una región muy heterogénea.
Cada día cobra más vigencia la idea de unidad del libertador, hoy, cuando se recrudece más las amenazas imperialistas; las sucesivas transformaciones que ha propiciado el capitalismo afecta a centenares de millones de seres humanos los cuales han adoptado formas de conducta frente a los cambios civilizatorios como son: Resistencia y Adaptación, El nacionalismo que da aglutinación y capacidad de resistencia a estos pueblos. No ya el nacionalismo que impone su identidad a otros pueblos. Sino el que hace de él instrumento de su defensa de su propia identidad imponiendo su anulación. Nacionalismo que solo se amplía en la toma de conciencia de una situación que encuentra le es común con otros pueblos. Esto es ampliación solidaria. Nacionalismo de pueblos que se resisten al imperialismo que tiende a anular su identidad. Nacionalismo, por ello, defensivo, que parte del derecho de autodeterminación y, con él, a la convivencia con otros pueblos en un plano de solidaridad . El antropólogo Emilio Mosonyi en 1982 presagia lo siguiente: "No se me hace cuesta arriba prever una revolución cultural para Venezuela. Me atrevo a postularla y asumo toda la responsabilidad que acarrea. Creo que incluso hasta ahora se ha dado cierta práctica que me avala y me justifica. Aquí podría haber condiciones- para una cultura popular de resistencia que nos lleve a una revolución, primero parcial, en el plano cultural. Así, la cultura popular iría rompiendo sus frenos, desbloqueándose, creando otras formas de enfrentar la realidad, generando otra visión de la sociedad, de su historia y de su identidad".
La cultura popular venezolana debe ser tratada con criterio de propiedad de los pueblos que la ostentan, por lo que debe ser tomada como una bandera de lucha por plantear definitivamente nuestra identidad
Autor:
Msc. Guillermo Prieto
Oralidad en la historia - Tradición, memoria y educación
http://www.monografias.com/cgi-bin/jump.cgi?ID=155927
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